La Catedral de Puebla no solo es un ícono arquitectónico del país, sino también el corazón de una leyenda que ha trascendido siglos: la creencia de que su construcción contó con la ayuda de ángeles.
Los trabajos comenzaron en 1575 y se prolongaron por varias décadas, con arquitectos y artesanos dedicados a levantar cada detalle del templo. Sin embargo, uno de los mayores retos fue colocar el altar mayor y colocar las grandes campanas, un bloque enorme de piedra y madera que parecía imposible de mover.

Según la tradición local, tras varios intentos fallidos, los obreros dejaron la obra una noche sin éxito. Al amanecer, encontraron el altar perfectamente colocado, sin que nadie hubiera visto ni escuchado cómo fue trasladado. Este suceso dio origen a la creencia de que seres celestiales descendieron para completar la obra.
Desde entonces la ciudad ha sido conocida como la “Puebla de los Ángeles” y su catedral como un lugar donde cada rincón parece susurrar historias de fe, arte y milagros.
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