Por Carolyne Rodríguez Bocardo
Familias poblanas vivieron el 15 de septiembre, entre algarabía, nostalgia y en búsqueda de inclusión.
En entrevista la familia Gasca Mata, detalló que la idea de acudir al zócalo capitalino surgió porque iniciaron bordando el escudo de una bandera tricolor, y aprovechando las fiestas decidieron salir a presumir su creación.
Por lo que tomaron los sombreros, los jorongos y las camisas para recorrer las calles, y debido a que esta fue su primera vez lo pasarán de lo lindo.
Por su parte, el señor Fausto Juan Vázquez fue acompañado de sus lomitos patriotas Oso y Canelo quienes fueron rescatados de la calle y quiénes llevaban sombrerito, jorongo y escarcha en tonos tricolor, pero el se tuvo que quedar fuera del zócalo capitalino debido a que no hay un espacio destinado para familias combinadas.
“Desgraciadamente yo no puedo entrar por mis perritos y me quedé aquí en la entrada, con toda la actitud. Ojalá pudieran destinar un espacio público en estos eventos para las familias que traemos mascotas ya que no podemos entrar porque corren riesgo de ser apachurrados”, dijo.
Finalmente resaltó que, los mexicanos debemos estar orgullosos debido a la cultura y la gastronomía que se tiene, porque a pesar de que estamos en un mismo país parece que son naciones diferentes, pero con una gran riqueza.
En su turno, la señora Concepción Ramírez Martínez acudió por primera vez al zócalo en compañía de sus hijos Sebastián y Guillermo, así como su ahijado Axel, luego de que se mantuvieron encerrados en sus hogares tras la pandemia de Covid-19.
Con brillo en los ojos y vestida en manta, con todo y trenzas, doña Conchita destacó que, acudió para celebrar la vida ya que no muchos lograron pasar la pandemia.
“Estoy feliz, porque Dios me dio la oportunidad de estar acá, ya que mucha gente no llegó a celebrar nuevamente y ellos con familia pudieron nuevamente reunirse”, dijo.
-Cuatro generaciones de chaluperas-
Desde su abuela, que hacía las chalupas en el antiguo paseo de San Francisco, doña Lolita se instaló en la avenida Reforma y en compañía de sus hijos vendieron chalupas, para todos los asistentes que deseban degustar algún antojito.
Refirió que, su oficio de comercialización de chalupas fue la herencia que le dejó su mamá y que ha ejercido con mucho orgullo desde hace más de 55 años.